Recuerdo que una tarde de octubre del año 2005 recibí una llamada inesperada de una gran amiga del colegio diciéndome que acababa de llegar a la ciudad por lo que inmediatamente salí corriendo a su casa para vernos después de varios meses y por su puesto ponernos al día de todo lo que nos había pasado durante el tiempo que estuvimos separadas, luego de muchas horas parloteando, me dijo que le habían regalado varios libros de un escritor brasilero y como a ambas nos encanta la lectura, me prestó los cuatro libros que tenía de este autor, regresé a mi casa y como me había hablado tan bien de Paulo Coehlo, lo primero que hice fue pasar la noche entera devorando los libros que me dio, todos muy interesantes pero debo reconocer que el que me marcó fue el segundo “Verónica decide morir” y es que este libro trata de una chica muy parecida a mi, salvo en el aspecto físico, con la que me identifiqué desde el principio, sentí la necesidad de leerlo de nuevo y otra vez, y una vez más hasta que dije de que me sirve leerlo tantas veces sino analizo la verdadera razón de su importancia para mi.
En esa época era muy feliz, no tenía grandes problemas, todo era color de rosa, sin embargo tiempo atrás, durante mi adolescencia yo hice lo mismo que esa muchacha, atenté contra mi integridad sin tener un motivo válido para eso, poniendo una excusa estúpida para no verme tan tonta, solo que en mi caso no tuve las mismas consecuencias que ella. Me di cuenta que tras la mujer fuerte e independiente que intentaba ser y que todos los demás creían que era, solo había una niña asustada de la supuesta perfección que le rodeaba, tratando de creerme yo misma ese cuento de hadas. A caso era necesario esperar que me digan que me quedan solo siete días de vida, los que dicho sea de paso los tenía que pasar encerrada en un sanatorio donde no podría hacer lo que quisiera y cuando me diera la gana, me costó aceptarlo pero al final me di cuenta de que no tenía que esperar que me sucediera lo mismo que a Verónica para comenzar a vivir plenamente, lloré desconsoladamente hasta quedarme dormida y al levantarme se hizo la luz.
A penas tenía dieciocho años, toda una vida por delante, me levanté y dije no más, si esto que estoy viviendo es una fantasía pues debo buscar mi realidad y lo hice; aunque quizás tomé decisiones equivocadas, fui muy feliz y disfruté de la vida que había construido, hasta que volví a caer en la depresión cuando vi que ese mundo que tanto esfuerzo me había costado levantar también era falso, que todo fue mentira y que realmente no tenía absolutamente nada, pues había olvidado intencionalmente las enseñanzas que este libro me dio.
Misteriosamente en ese momento apareció nuevamente este libro en mi vida, lo volví a leer y a llorar con eso (aunque en esa temporada ya era habitual en mi romper en llanto por cualquier cosa) pero esta vez no me dormí, con esas lágrimas en los ojos me dirigí a mi espejo y realmente no reconocí a la mujer que se reflejaba de mi, el llanto paró y seguí observándome hasta que de la nada comencé a reír a carcajadas porque me di cuenta que yo misma hice eso conmigo, nadie me obligó y en ese momento me pregunté si quería continuar así, lamentándome eternamente por las “desgracias” que solo a mi me podían suceder, “claro que no” fue mi respuesta, sigo siendo joven, el mundo aun está en mis manos, además estas experiencias me ayudaron a volverme más fuerte, a reconciliarme conmigo misma, a sonreír nuevamente con aquel brillo en los ojos con la esperanza de que si hoy me esfuerzo el mañana será mejor.
Sin lugar a dudas este libro me ayudó e inspiró en las etapas más críticas de mi corta vida y es cierto, no le tengo miedo a la muerte pero tampoco la estoy buscando, solo disfruto intensamente de las cosas que me regala la vida y si estas palabras no son suficientes pues basta con verme para darse cuenta de que no miento y que a pesar de todo soy feliz y que le sigo buscando un lado positivo a las cosas.
En esa época era muy feliz, no tenía grandes problemas, todo era color de rosa, sin embargo tiempo atrás, durante mi adolescencia yo hice lo mismo que esa muchacha, atenté contra mi integridad sin tener un motivo válido para eso, poniendo una excusa estúpida para no verme tan tonta, solo que en mi caso no tuve las mismas consecuencias que ella. Me di cuenta que tras la mujer fuerte e independiente que intentaba ser y que todos los demás creían que era, solo había una niña asustada de la supuesta perfección que le rodeaba, tratando de creerme yo misma ese cuento de hadas. A caso era necesario esperar que me digan que me quedan solo siete días de vida, los que dicho sea de paso los tenía que pasar encerrada en un sanatorio donde no podría hacer lo que quisiera y cuando me diera la gana, me costó aceptarlo pero al final me di cuenta de que no tenía que esperar que me sucediera lo mismo que a Verónica para comenzar a vivir plenamente, lloré desconsoladamente hasta quedarme dormida y al levantarme se hizo la luz.
A penas tenía dieciocho años, toda una vida por delante, me levanté y dije no más, si esto que estoy viviendo es una fantasía pues debo buscar mi realidad y lo hice; aunque quizás tomé decisiones equivocadas, fui muy feliz y disfruté de la vida que había construido, hasta que volví a caer en la depresión cuando vi que ese mundo que tanto esfuerzo me había costado levantar también era falso, que todo fue mentira y que realmente no tenía absolutamente nada, pues había olvidado intencionalmente las enseñanzas que este libro me dio.
Misteriosamente en ese momento apareció nuevamente este libro en mi vida, lo volví a leer y a llorar con eso (aunque en esa temporada ya era habitual en mi romper en llanto por cualquier cosa) pero esta vez no me dormí, con esas lágrimas en los ojos me dirigí a mi espejo y realmente no reconocí a la mujer que se reflejaba de mi, el llanto paró y seguí observándome hasta que de la nada comencé a reír a carcajadas porque me di cuenta que yo misma hice eso conmigo, nadie me obligó y en ese momento me pregunté si quería continuar así, lamentándome eternamente por las “desgracias” que solo a mi me podían suceder, “claro que no” fue mi respuesta, sigo siendo joven, el mundo aun está en mis manos, además estas experiencias me ayudaron a volverme más fuerte, a reconciliarme conmigo misma, a sonreír nuevamente con aquel brillo en los ojos con la esperanza de que si hoy me esfuerzo el mañana será mejor.
Sin lugar a dudas este libro me ayudó e inspiró en las etapas más críticas de mi corta vida y es cierto, no le tengo miedo a la muerte pero tampoco la estoy buscando, solo disfruto intensamente de las cosas que me regala la vida y si estas palabras no son suficientes pues basta con verme para darse cuenta de que no miento y que a pesar de todo soy feliz y que le sigo buscando un lado positivo a las cosas.