En una calurosa tarde del mes de Julio del año 2006, me encontraba descansando después del almuerzo gracias a mi potente ventilador, hasta que un rington me arrancó de brusco de los brazos de Morfeo, era mi en ese entonces enamorado que me preguntaba si iba a tener tiempo libre desde la fecha hasta finales de setiembre y como la universidad, para variar, estaba de huelga indefinida, terminé aceptando su invitación de pertenecer al staff de la organización de la semana turística de la ciudad en donde vivo. Me levanté algo fastidiada y sin más remedio, después de un muy refrescante baño, salí con rumbo al lugar de donde me estaban llamando. Al llegar me encontré con varias personas conocidas, entre ellas un tipo al que anteriormente había destrozado su sentido del olfato y no por romperle la nariz de un golpe, sino por arrojarle sangre de pollo en toda la cara para un muy famoso corto que rodaron en las afueras de Iquitos, pero esa es otra historia.
Fue la primera vez que pude conversar con él, tenía la apariencia de alguien de unos 25 ó 27 años (aunque en realidad tenía 30) al que la vida le había golpeado duro y que sobre todo había aprendido mucho de sus experiencias, muy culto, educado, respetuoso, atento, todo un caballero, con una inteligencia que se le salía por los poros y resultaba no excitante pero si interesante. En el transcurrir de la organización de dicho evento llegué a conocerlo un poco y sobre todo a tenerle un cariño tan grande que lo consideraba mi hermano mayor, se clausuró la semana turística y aun así seguíamos frecuentando el mismo círculo ya que continuaba la relación con aquella persona que me llevó a ese lugar que me permitió conocer a personas maravillosas.
Él siempre tenía la palabra correcta en el momento indicado, llegué a creer que podía leer la mente, ya que mientras yo solo guardaba silencio por algún problema que me ocurría, el me decía sin más ni más "pequeña frambuesa no te me pongas triste" y a continuación me daba los consejos más sabios que ninguna otra persona me dio, estos siempre estaban relacionados con lo que me pasaba, sin duda que esto hizo que mi admiración hacia él creciera mucho más y se convirtió en una persona muy importante en mi vida (hasta ahora lo es) pero lastimosamente por cosas de la vida, nos alejamos y aunque nuevamente se encuentra en la ciudad, la amistad ya no es la misma.
Durante su permanencia en la capital encontré su blog, por cierto muy famoso y conocido en la charapósfera, fue mi manera de recuperar esa amistad que alguna vez tuvimos, me divertí mucho con lo que posteaba y dejé muchos comentarios ahí, pero lastimosamente decidió cerrar, matar a su creación el día de hoy y en honor al gran aprecio y cariño que le tengo, colgaré uno de los post de despedida de su blog, no sin antes agradecer a este gran hombre por darme el permiso de utilizar su artículo.
Fue la primera vez que pude conversar con él, tenía la apariencia de alguien de unos 25 ó 27 años (aunque en realidad tenía 30) al que la vida le había golpeado duro y que sobre todo había aprendido mucho de sus experiencias, muy culto, educado, respetuoso, atento, todo un caballero, con una inteligencia que se le salía por los poros y resultaba no excitante pero si interesante. En el transcurrir de la organización de dicho evento llegué a conocerlo un poco y sobre todo a tenerle un cariño tan grande que lo consideraba mi hermano mayor, se clausuró la semana turística y aun así seguíamos frecuentando el mismo círculo ya que continuaba la relación con aquella persona que me llevó a ese lugar que me permitió conocer a personas maravillosas.
Él siempre tenía la palabra correcta en el momento indicado, llegué a creer que podía leer la mente, ya que mientras yo solo guardaba silencio por algún problema que me ocurría, el me decía sin más ni más "pequeña frambuesa no te me pongas triste" y a continuación me daba los consejos más sabios que ninguna otra persona me dio, estos siempre estaban relacionados con lo que me pasaba, sin duda que esto hizo que mi admiración hacia él creciera mucho más y se convirtió en una persona muy importante en mi vida (hasta ahora lo es) pero lastimosamente por cosas de la vida, nos alejamos y aunque nuevamente se encuentra en la ciudad, la amistad ya no es la misma.
Durante su permanencia en la capital encontré su blog, por cierto muy famoso y conocido en la charapósfera, fue mi manera de recuperar esa amistad que alguna vez tuvimos, me divertí mucho con lo que posteaba y dejé muchos comentarios ahí, pero lastimosamente decidió cerrar, matar a su creación el día de hoy y en honor al gran aprecio y cariño que le tengo, colgaré uno de los post de despedida de su blog, no sin antes agradecer a este gran hombre por darme el permiso de utilizar su artículo.
Piensa un poco en las consecuencias necrológicas. Si vas a hacer la finta de que es cool tener un blog, porque es una moda o un pasatiempo de chicos-bien, mejor pon tu fotito con tu rica pose de guapo-ven en el Hi5 o el Facebook. Kill the blog, en prima, por favor. No te hagas esa cosa tan fea a ti mismo. En serio, tu círculo de amigos no crecerá, no habrán centenares de hordas dispuestas a arañarse por buscar la dirección de tu página (incluso puede que pierdas más de un ex amigo y descubras los verdaderos motivos de su repudio hacia ti). Escribir/crear/postear puede ser un oficio social muy peligroso y mal visto, ante todo porque demanda dedicación. También algo de autismo. Un verdadero blogger tiene algo de freak. La chica leve de tus sueños no te amará porque sepa que tienes un blog ("¿un quéeee?, probablemente te diga, mientras chupa un Globopop). El pecho/surfer/galancete-de-barrio se comprará rápidamente tu rollo y lo dejará aún más rápido cuando sepas que no tiene la más mínima idea del significado del término "post". Desengáñate, mamita, si piensas que te darán el premio de Miss Simpatía porque has abierto una cuenta en Blogger o tu papi tiene plata para comprarte un dominio .com. A nadie le importa realmente que crees un blog para compartir tu primer millón de puntos/contactos/enlaces (salvo a tus seres queridos, que te van a dar lata o te van a alabar, siempre, así la embarres monumentalmente. Por algo están a tu lado ¿no?).
Haz lo que mejor te parezca, pero hazlo bien. Primera lección de la calle, blogger en ciernes: uno no hace lo que quiere. En verdad, uno hace lo que puede. Para equilibrar la dosis excesiva de entusiasmo o arrogancia o adrenalina que tienes adherida a los dedos y los dones que te han sido entregados por Divina Providencia, asume que quizás el sendero de tu nuevo oficio no vaya a a ser una paja rusa. Postea, si te da la gana, de tus experiencias con tu profesora de piano o de las recetas de tu abuelita, del clima en Katmandú o el sexo de tu gatito Frufrú, pero siempre, (por favor, siempre) dale como mínimo un sello de calidad, una dosis de interés y una pizca de genio. La autorreferencia pastosa, aburrida, insoportable déjala para los condenados por la falta de talento y la falta de humor. No siempre se puede, repito, pero hay que aspirar a no cagarla muy a menudo.
Sé responsable solidario. Sobre todo si tienes que postear de algo que te interesa, pero no tienes todos los elementos de juicio o conocimiento. No es cierto que un blogger, por serlo, puede ser intrínsecamente inimputable. Obvio, trabajamos con el corazón y podemos equivocarnos. Pero no por haraganes. Pero no por ligeros. Pero no por irresponsables. Pero no por intrinsecamente tontos. Hay bloggers que son condenados judicial y moralmente no tanto por sus contenidos, sino porque creen que la libertad es un supino papel para limpiarse las posaderas. Que el post sobre el barniz de las uñas de tu mano derecha intente ser el mejor sobre el tema y, si no se puede, por lo menos que sea personal y tenga algo nuevo que aportar al conocimiento global. Entrégate de lleno a lo que postees. Que sea como el último que vayas a escribir en tu zigzagueante existencia.
Trabaja, flojo, trabaja. Chambea, labura, date un tiempo. Todo tiene que ver con la idea de reflexionar sobre la existencia de tu bitácora, pero por motivos diferentes. Una cosa es que no te guste postear muy seguido. Otra, muy distinta, que no postees nunca. Hay gente que no postea en dos o tres semanas, pero cuando lo hace te deja una sensación de querer màs, de choque y deslumbramiento. Hay gente infrecuente que te entrega notas fabulosas despues de un mes de silencio, porque se da el tiempo para pensarlas, para moldearlas, para construirlas. En este caso, la lentitud hasta se agradece. Pero ello no debe ser sinónimo de inconstancia. Al final, una de las característica de todo blogger que se precie es su fidelidad a la rapidez, con la mayor cantidad de información útil y el mejor lenguaje posible (lenguaje blogger, se entiende). Una nenita punkie que ha abierto su blogspot.com no se convierte en una blogger, salvo que esa nenita Amy-Lee-wannabe tome esto por catarsis y escriba diariamente. Ahí recién será un prospecto de blogger (Buena o mala, es un asunto muy aparte). Postea por lo menos una vez a la semana (sería genial si por lo menos una vez al día). Luego de eso podemos hablar de calificaciones y de títulos nobiliarios.
Conviértelo en un talento multimedios con vida propia. Cita, hipervincula, incluye imágenes o videos. Desarrolla redes de comentaristas, linkea textos de otros, no te apropies de lo ajeno (salvo respectivo copyright) Pero, al fin y al cabo, estos tejidos sociales/tecnológicos/byteros apenas contribuyen a engrosar la complejidad de tu trabajo o de tu chamba. Dale contenido propio, descubre nuevos temas, trata de postear una primicia o algo nuevo para los lectores/seguidores. Ten un lenguaje decente (no significa que escribas como Vargas Llosa, pero al menos trata de no parecer un vómito inconexo de letras y horrores). Al fin y al cabo, un blog sirve para comunicar. Una mala comunicación es más perniciosa que una incomunicación.
Aléjate del ondismo huevero. No hay nada más burdo que decir "yo lo hago porque me relajo, no le doy mucha importancia porque solo es un pasatiempo". Yo también me relajo, y para eso voy a mirar a la gente pasar en la Plaza de Armas o me preparo una olla de pop-corn y miro en la tele "Bailando por un sueño". Te recuerdo, por si no lo sabías, que todo pasatiempo demanda (aunque suene cacofónico) un tiempo. Y si en ese tiempo eres incapaz de divertirte (y divertirnos, de paso) con algo interesante, mejor contribuye con otras áreas del hueveo (podrían ser buenas ideas escribir acrósticos para equipos de futbol de segunda o empinar el codo con afán arriba-abajo-al-centro-y-adentro), las cuales pueden liberarte de tus tensiones y te saquen conejos en prima. Pero no uses al pobre blog como jusitificación para un post monse.
No pises huevos y mantén la humildad. Acá nadie se jamonea por su palabreo o su floro. Acá es pésima idea dárselas de bacán (especialmente cuando no les ha ganado a todos). Acá lo que mandan son los resultados y - como en cualquier otra disciplina o arte - la calidad y el talento. Un niño de siete años puede escribir o postear de modo más divertido e inteligente que tú y no por eso vas a hacer un berrinche en público. Ubícate un poco. Un blogger, antes que nada, es un tipo con una mirada. Y esa mirada no cambia porque tengas mil comentarios diarios o tus historias sean leídas en voz alta en las oficinas a la hora del break. No te creas eso de que eres Barack Obama porque tienes un par de comentarios más que ayer o porque tu blog lo han citado en la tele. No te alucines blog-star (¿eso para qué sirve?). Mejor maneja tu rola y mueve tu pelota como siempre lo has hecho. Eso te aprovisiona de una personalidad y una mirada, te ayuda a concentrarte en lo que verdaderamente quieres hacer y, de paso, de ayuda a sobrellevar la inevitable sobreexposición al ego trip del que, digan lo que digan, es una enfermedad frecuente en la blogósfera. Claro que, cuando esa dolencia viene acompañada por mediocridad, burda agresividad y mal gusto impertinente, debería mover a la conmiseración y al rechazo absoluto (cuando no al apanado bíblico).
Trátalo como si fuera un hogar o un ser querido. No es malo creer que todas las cosas que haces se encuentran movidas de la república del cariño. A veces, te la pasas más tiempo frente a una pc que mirando las caras de tu familia o tus amigos. Rebobino: a veces, por tu blog, tienes los amigos que conforman tu bandeja del G-Talk o del Messenger. ¿Cuánto tiempo te demanda comentar, postear, responder comentarios, investigar para postear, mejorar el diseño de tu blog? Si eres un blogger, posiblemente más tiempo del que te miras las caras con tu novia o mucho más tiempo del que te acuestas con tu trampa en un telo caleta. Aunque no parezca, en tu blog tienes algo muy cercano a un hogar virtual, algo muy parecido a una familia de ceros y unos. ¿Cómo tratarías a uno de los tuyos si le dieras tanta importancia o valor? Pues así podría/debería pasar con tu bitácora. Dile que lo quieres de vez en cuando. Mímalo. Dale el valor que se merece, caracho.
Recuerda que todos vuelven a la semilla de la que nacieron. Cuando cumpliste un ciclo y crees que de aquí en adelante toda repetición es una ofensa, vete afilando los cuchillos sobre tu yugular. No temas desencantar a la afición. Cuando crees que todo lo que tenías que expresar ya fue expresado (al menos temáticamente), no dudes en poner un epílogo. Peor es ser aburrido, reventarte cohetes tú mismo. Reinventarte no es malo. Irte para volver (en el momento menos pensado) no es una herejía. Cuando sientas que has dejado una vasta obra e incluso hay gente que te sigue, recuerda que el mejor acto de amor es esconderte un tiempo para después conectar. En eso consiste la magia del internet. En conectar: unos cables, pero más aún una red (de intereses, amigos, temas), un sentimiento y una constancia de porvenir. Recuerda: puedes trasponer el tiempo y la distancia con solo cerrar los ojos. Puedes trasponer las fronteras y los lugares con tan solo teclear algunos códigos. Recuerda, estimado blogger: siempre volvemos, convertidos en algo difierente quizás, pero con la misma esencia. El blog es solo la herramienta. Lo que ha funcionado como materias primas, como valores insusituibles desde el principio de todo han sido la creación, el cariño, la pasión. Como todo en la vida, un blog sin esos elementos solo es una sucesión de codigos sin humanidad, condenado de antemano a la indiferencia, el olvido o la caducidad por desuso.